La leyenda de Jeremy Lin, el jugador de origen tawianés al que hace apenas dos semanas nadie conocía, sigue en aumento. En Toronto decidió el partido con un último tiro, un triple, a nueve décimas para el final (87-90). La magia y la emoción de los últimos segundos del encuentro, inenarrable: todos los aficionados en pie confiaban en su nuevo ídolo y Lin no defraudó.
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