En Múnich, según pasan los días, los focos dejan a un lado a
Robben o Swanstaiger y se centran en Anatoliy Tymoshchuk. El defensa ucraniano del Bayern profanó una de
las reglas de oro en cualquier final: no tocar nunca el trofeo antes del
partido. Como demuestran estas imágenes, Tymoshchuk acarició a la ‘orejona’ nada más pisar el
césped, cuando los dos equipos se dirigían al centro del campo para escuchar el
himno de la Liga de Campeones. En Alemania, los más supersticiosos ya han
encontrado culpable.
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