Era cuestión de tiempo. Más pronto que tarde tenía que suceder. La neurona de Pepe no realiza distinciones. Los afilados tacos del jugador portugués del Real Madrid buscaban una vez más a una víctima pero inesperadamente encontraron una rodilla equivocada. Fue su compañero Álvaro Arbeloa el que recibió la coz que lanzaba al vacío Pepe.
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